El color verde nunca ha sido de mis favoritos, tengo que reconocerlo… pero el verano pasado todo cambió. Descubrí un país tan maravilloso y tan verde que cuando lo recuerdo solo me viene ese color a la cabeza.
Un año después, se ha convertido en uno de mis colores favoritos.
¿Aún no sabes de qué país te hablo? Voy a darte alguna pista más… Es un país que sufrió mucho en guerras pasadas, que se mueve a dos ruedas y que tiene los paisajes más acojonantes que jamás hemos visto.
¡Sí, lo has adivinado! Vietnam caló hondo en nuestras retinas y en nuestra alma viajera. Estoy convencida de que si algún día tenéis la suerte (porque es una gran suerte) de vivir este país, vais a entender a que me refiero.
Como digo, este país no se visita, se vive, ya que alberga maravillas en cada uno de sus rincones, y no hablo solo de monumentos o naturaleza, sino de personas y vivencias.
Vietnam es un país para sentir.
Empezamos la ruta por el sur, su zona más rural y a la vez más empobrecida; una zona que muchos viajeros se dejan por falta de tiempo y de “cosas espectaculares”. Allí lo espectacular son sus costumbres, sus gentes, sus barquitos con ojos, sus sombreros de campesinos y su peculiar gastronomía. Conocer tradiciones para nosotros es tan, o más, increíble que conocer cosas bonitas para el ojo humano (o para el objetivo de una cámara).
Nuestra ruta siguió hacia el centro del país, conociendo pueblos con una magia especial y donde, para ponernos más en su piel, nos motorizamos para recorrerlo a 2 ruedas, ¡qué experiencia más bonita! Por el camino conocimos a muchas personas en el arcén de la carretera, literalmente, con las que compartimos momentos muy agradables y que nos acompañaron durante el resto del viaje.
Un viaje es la suma de personas y vivencias que encuentras en tu camino.
Poco a poco llegamos al norte del país, donde nos esperaba la joya de Vietnam para transportarnos a un mundo de leyendas y dragones: -¡Bienvenidos a la bahía de Halong! Poder navegar unos días entre esta maravilla natural fue un gran regalo, un autoregalo que jamás olvidaremos y que marcó un antes y un después en nuestra vida viajera.
Esa noche empezó una nueva aventura juntos 💍 que nos ha empujado a salir al mundo con aún más ganas de recorrerlo, vivirlo y sentirnos libres.
Y llegamos a la guinda del pastel, nuestra experiencia favorita del viaje: la ruta en moto por el norte de Vietnam. Una experiencia tan dura como increíble que difícilmente olvidaremos. Esta ruta puso a prueba nuestro equilibrio pero, contra todo pronóstico, sacó lo mejor de nosotros y reafirmó que para encontrarse a uno mismo es necesario perderse…
…y si es por Vietnam y sus paisajes verdes e indescriptibles, ¡mucho mejor!
Tuvimos la suerte de perdernos y de encontrar a personas que nunca olvidaremos, que nos acogieron en sus casas y nos abrieron sus puertas. En las primeras miradas intuíamos miedo, que poco a poco se transformó en curiosidad y finalmente en sonrisas inolvidables y compartidas.
La vuelta fue muy dura, y aún hoy soñamos con volver a encontrarnos perdidos en esos paisajes de infarto, tan verdes, tan azules, tan de Vietnam.
Vietnam es naturaleza, cultura, personas… ¡lo tiene todo!.
¡Gracias por tanto Vietnam!
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